Un muro que parte el cuerpo en dos (a wall that breaks the body in two) is a durational performance by Kiyo Gutiérrez, in collaboration with Paul Donald. This work was first presented by Gutiérrez in 2018 in Guadalajara as a response to the Mexican xenophobic reactions toward a Central American Migrant Caravan crossing the country. Today, a new iteration and collaboration with Paul Donald is reactivated in the U.S., where harsh migration policies continue to criminalize movement and dehumanize the displaced.
In this piece, the wall is not static, it moves and breathes with the body, resisting fixity. It splits the performer in two, exposing the violence that borders enact on flesh, memory, and belonging.
The wall is not neutral. It is built and upheld by governments, white supremacy, and systems of power that decide who is allowed to move, who is stopped, and who is erased. But over time, the performance reveals another truth: walls are porous. They crack, they shift, they hold holes. They can crumble.
This performance invites us to witness not only the pain of division, but the quiet, persistent possibility of undoing it. It is a gesture meant to honor and celebrate the undocumented, migrant, immigrant, refugee, and exiled communities, people who move, who resist, and who carry entire worlds with them.
Un muro que parte el cuerpo en dos es una performance duracional que fue presentada por primera vez en 2018 en Guadalajara, México, como respuesta a las reacciones xenófobas mexicanas ante una caravana de migrantes centroamericanos que cruzaba el país. Hoy, una nueva
versión se reactiva en Estados Unidos, donde las duras políticas migratorias continúan criminalizando el movimiento y deshumanizando a las personas desplazadas.
En esta pieza, el muro no es estático: se mueve y respira con el cuerpo, resistiendo la rigidez. Parte en dos al cuerpo de la performer, exponiendo la violencia que las fronteras ejercen sobre la carne, la memoria y el sentido de pertenencia. El muro no es neutral. Es construido y sostenido por gobiernos, la supremacía blanca y sistemas de poder que deciden quién puede moverse, quién es detenido y quién es borrado.
Pero con el tiempo, la performance revela otra verdad: los muros son porosos. Se agrietan, se desplazan, contienen huecos. Pueden dsmoronarse.
Esta performance nos invita a presenciar no solo el dolor de la división, sino la posibilidad silenciosa y persistente de deshacerla. Es un gesto para honrar y celebrar a las comunidades migrantes, indocumentadas, refugiadas, exiliadas y desplazadas: personas que se mueven, que
resisten y que cargan mundos enteros consigo.
Image caption: Un muro que parte el cuerpo en dos, durational performance presented at Plaza de la República, Guadalajara, México. 2018. Photography by Pistor Orendain.